Siempre me gustaron los animales, me apasionaban los perros
y los caballos, pero no le había prestado mucha atención a los gatos.
Hasta que una preciosa gatita de largo pelo gris decidió
vivir en el garaje de mi casa. Sus dueños, mis antiguos vecinos, habían cambiado de
residencia y se habían llevado a la gata con ellos, pero la gata siempre volvía
al patio de mi casa. Así que cansados de tantas idas y venidas decidieron que
Luna (nombre que le puse yo a la gata) se quedase en mi casa. En mi casa es un
decir, ya que ella era libre, comía y tomaba el sol en el patio y dormía en el
garaje. Si veía la puerta abierta entraba a buscarme para que la hiciese
carantoñas, pero si la puerta se cerraba se volvía como loca.
Tras su llegada se creó una pequeña colonia de gatos. Y así
comenzó mi pasión por los gatos. Han pasado años, Luna murió y por casa han ido
y venido muchos gatos cada uno con su
nombre y su peculiaridad, y cada uno me ha ido enseñando cosas distintas.
Así que este es mi pequeño homenaje a Luna y a su colonia gatuna.
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