miércoles, 22 de enero de 2014

Otro poema de Borges

En los últimos tiempos, Borges vivió junto a dos gatos: Odín y Beppo. Éste último, un gato blanco llamado así en honor a un personaje de Lord Byron (quien también tenía un gato con dicho nombre). Borges le dedicó  a Beppo estos versos incluidos en su obra “La cifra”  de 1981:
Mi nombre es  Farruco


BEPPO

El gato blanco y célibe se mira
en la lúcida luna del espejo
y no puede saber que esa blancura
y esos ojos de oro que no ha visto
nunca en la casa son su propia imagen.
¿Quién le dirá que el otro que lo observa
es apenas un sueño del espejo?
Me digo que esos gatos armoniosos
el de cristal y el de caliente sangre,
son simulacros que concede el tiempo
un arquetipo eterno. Así lo afirma,
sombra también, Plotino en las Ennéadas.
¿De qué Adán anterior al paraíso,
de qué divinidad indescifrable
somos los hombres un espejo roto?

martes, 21 de enero de 2014

Los gatos tienen una total honestidad emocional; los seres humanos, por una u otra razón pueden ocultar sus sentimientos, pero el gato no.         
                                                                                                                                                                     Ernest Hemingway

Versos de Borges






Jorge Luis Borges era un poeta argentino, ensayista y escritor que adoraba a los gatos. He aquí un poema dedicado a uno de ellos en su obra: El oro de los tigres (1972):



A un gato:


No son más silenciosos los espejos

ni más furtiva el alba aventurera;
eres, bajo la luna, esa pantera
que nos es dado divisar de lejos.
Por obra indescifrable de un decreto
divino, te buscamos vanamente;
tuya es la soledad, tuyo el secreto.
Tu lomo condesciende a la morosa
caricia de mi mano. Has admitido,
desde esa eternidad que ya es olvido,
el amor de la mano recelosa.

En otro tiempo estás. Eres el dueño

de un ámbito cerrado como un sueño.

lunes, 20 de enero de 2014

Poesía de Federíco García Lorca


Canción novísima de los gatos



Mefistófeles casero
está tumbado al sol.
Es un gato elegante con gesto de león,
bien educado y bueno,
si bien algo burlón.
Es muy músico; entiende
a Debussy, más no
le gusta Beethoven.
Mi gato paseó
de noche en el teclado,
¡Oh, que satisfacción
de su alma! Debussy
fue un gato filarmónico en su vida anterior.
Este genial francés comprendió la belleza
del acorde gatuno sobre el teclado. Son
acordes modernos de agua turbia de sombra
(yo gato lo entiendo).
Irritan al burgués: ¡Admirable misión!
Francia admira a los gatos. Verlaine fue casi un gato
feo y semicatólico, huraño y juguetón,
que mayaba celeste a una luna invisible,
lamido (?) por las moscas y quemado de alcohol.
Francia quiere a los gatos como España al torero.
Como Rusia a la noche, como China al dragón.
El gato es inquietante, no es de este mundo. Tiene
el enorme prestigio de haber sido ya Dios.
¿Habéis notado cuando nos mira soñoliento?
Parece que nos dice: la vida es sucesión
de ritmos sexuales. Sexo tiene la luz,
sexo tiene la estrella, sexo tiene la flor.
Y mira derramando su alma verde en la sombra.
Nosotros vemos todos detrás al gran cabrón.
Su espíritu es andrógino de sexos ya marchitos,
languidez femenina y vibrar de varón,
un espíritu raro de inocencia y lujuria,
vejez y juventud casadas con amor.
Son Felipes segundos dogmáticos y altivos,
odian por fiel al perro, por servil al ratón,
admiten las caricias con gesto distinguido
y nos miran con aire sereno y superior.
Me parecen maestros de alta melancolía,
podrían curar tristezas de civilización.
La energía moderna, el tanque y el biplano
avivan en las almas el antiguo dolor.
La vida a cada paso refina las tristezas,
las almas cristalizan y la verdad voló,
un grano de amargura se entierra y da su espiga.
Saben esto los gatos mas bien que el sembrador.
Tienen algo de búhos y de toscas serpientes,
debieron tener alas cuando su creación.
Y hablaran de seguro con aquellos engendros
satánicos que Antonio desde su cueva vio.
Un gato enfurecido es casi Schopenhauer.
Cascarrabias horrible con cara de bribón,
pero siempre los gatos están bien educados
y se dedican graves a tumbarse en el sol.
El hombre es despreciable (dicen ellos), la muerte
llega tarde o temprano ¡Gocemos del calor!


Este gran gato mío arzobispal y bello
se duerme con la nana sepulcral del reloj.
¡Que le importan los senos (?) del negro Eclesiastés,
ni los sabios consejos del viejo Salomon?
Duerme tu, gato mío, como un dios perezoso,
mientras que yo suspiro por algo que voló.
El bello Pecopian (?) se sonríe en mi espejo,
de calavera tiene su sonrisa expresión.

Duerme tu santamente mientras toco el piano.
este monstruo con dientes de nieve y de carbón.

Y tú gato de rico, cumbre de la pereza,
entérate de que hay gatos vagabundos que son
mártires de los niños que a pedradas los matan
y mueren como Sócrates
dándoles su perdón.




Los gatos cuidan de nosotros. Saben instintivamente a qué hora debemos estar en el trabajo y nos despiertan veinte minutos antes de que suene el despertador.
                                                                                                                                                         Michael Nelson

Mi nombre es Charly. Este soy yo de pequeño.
Me encanta despertar a la gente cinco minutos antes de que suene el despertador.

domingo, 19 de enero de 2014

Versos de Neruda

A los mininos y sus bondades

Los animales fueron
imperfectos,
largos de cola, tristes de cabeza.
Poco a poco se fueron
componiendo,
haciéndose paisaje,
adquiriendo lunares, gracia, vuelo.

El gato, sólo el gato,
apareció completo y orgulloso:
nació completamente terminado,
camina sólo y sabe lo que quiere.
El hombre quiere ser pescado y pájaro,
la serpiente quisiera tener alas,
el perro es un león desorientado,
el ingeniero quiere ser poeta,
la mosca estudia para golondrina,
el poeta trata de imitar la mosca,
pero el gato quiere ser sólo gato
y todo gato es gato desde bigote a cola,
desde presentimiento a rata viva,
desde la noche hasta sus ojos de oro.
No hay unidad como él,
no tienen la luna ni la flor tal contextura:
es una sola cosa como el sol o el topacio,
y la elástica línea en su contorno firme y sutil
es como la línea de la proa de una nave.
Sus ojos amarillos dejaron una sola ranura
para echar las monedas de la noche.

Oh pequeño emperador sin orbe,
conquistador sin patria, mínimo tigre de salón,
nupcial sultán del cielo de las tejas eróticas,
el viento del amor en la intemperie
reclamas cuando pasas y posas
cuatro pies delicados en el suelo,
oliendo, desconfiando
de todo lo terrestre,
porque todo
es inmundo
para el inmaculado pie del gato.


Pablo Neruda


Siempre me gustaron los animales, me apasionaban los perros y los caballos, pero no le había prestado mucha atención a los gatos.

Hasta que una preciosa gatita de largo pelo gris decidió vivir en el garaje de mi casa. Sus dueños, mis antiguos vecinos, habían cambiado de residencia y se habían llevado a la gata con ellos, pero la gata siempre volvía al patio de mi casa. Así que cansados de tantas idas y venidas decidieron que Luna (nombre que le puse yo a la gata) se quedase en mi casa. En mi casa es un decir, ya que ella era libre, comía y tomaba el sol en el patio y dormía en el garaje. Si veía la puerta abierta entraba a buscarme para que la hiciese carantoñas, pero si la puerta se cerraba se volvía como loca.

Tras su llegada se creó una pequeña colonia de gatos. Y así comenzó mi pasión por los gatos. Han pasado años, Luna murió y por casa han ido y venido muchos gatos  cada uno con su nombre y su peculiaridad, y cada uno me ha ido enseñando cosas distintas.


Así que este es mi pequeño homenaje a Luna  y a su colonia gatuna.